Sin despeinarse
¿Hasta cuándo se puede aguantar a una persona pública que ejerce mal sus funciones? Si contextualizamos la respuesta en el marco de este gobierno frenteamplista y si dicha persona es oficialista, diremos que podría mantenerse en el puesto hasta que las velas ardan.
Luis Mendoza Novo asumió como coordinador ejecutivo de la Policía de Montevideo hacia fines de 2008. En un principio pareció desempeñar sus funciones sin mayores dificultades. A lo último, era injustificable su presencia al mando de la Policía al menos que estuviese acomodado.
La gota que rebasó el vaso. El martes 12 de abril Peñarol enfrentó a Independiente en el Estadio Centenario. Quien concurrió pudo advertir, desde el principio, la extraña ubicación que otorgaron a los mil hinchas del Rojo de Avellaneda: un rincón en la Platea América a un lado de la Tribuna Colombes. La cuestión no termina allí: la tribuna de la pantalla gigante estaba ocupada por la parcialidad aurinegra, sin ninguna valla de contención que la dividiese con la parcialidad lindera. A esto se le suma que en la Tribuna América, ubicada por encima de la Platea América, había padres con sus hijos que venían ver la bandera más grande del Mundo.
¿Cómo era posible que los barras argentinos estuviesen allí ubicados? Negligencia del ya conocido inspector Mendoza. El día anterior a estos altercados había hablado sobre el gran y exitoso operativo policial. ¿Dónde oculta su bola de cristal? ¿Será que la tiene dentro de su inutilizable chaleco antibalas? Horas después del clásico rioplatense, justificó la actuación policial, se sumaba a su historial. La pregunta que surgió fue: ¿de qué accionar habla si cuando comenzaron a bajar hinchas aurinegros, desde la Ámsterdam hasta la platea América, no había ni un solo policía? Si cuando el hincha del Rojo robó la bandera no había ni un seguridad para detenerlo. Si se cagaron a piedrazos… Los únicos que supieron detener la bataola fueron un par de hinchas de ambos equipos que llamaron a la calma.
Año atrás, el coordinador ejecutivo de la Policía de Montevideo había cobrado trascendencia por avalar una decisión del Club Nacional de Fútbol de dividir, para el partido clásico, la Tribuna Olímpica. En un principio, esta sólo correspondería a los parciales bolsos, pero como los hinchas de Peñarol concurrirían a esa zona, la Policía decidió dividirla y otorgarle un cuarto de grada a la hinchada aurinegra. El resultado: tres cuartos de tribuna tupidos de personas y el resto con apenas unas 100 personas. Para colmo, se dieron disturbios a las afueras del estadio.
No era la primera vez que la Policía actuaba ineficazmente. El próximo jefe de Policía debe saber de fútbol. Pero aun así nadie puede garantizar que no se repitan hechos como los que se dieron en Peñarol-Cerro. Ese día, con un efectivo policial alcanzaba para detener a los alborotados auriengros que querían ingresar en la cancha. Fue, otra vez, un externo a la seguridad quien los detuvo: en este caso, los jugadores de Peñarol. La cámara pudo más que él y Mendoza volvió a aparecer hablando de su exitoso operativo policial. A partir del viernes será sub jefe de la Policía de Canelones, un lugar donde hay menos cámaras, un lugar donde se podrán ver menos sus contradicciones.
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