miércoles, 30 de marzo de 2011

Un presidente común y mal informado

Por Juan Ignacio Tejedor
Sin despeinarse

Todo fue confusión. Muchos uruguayos recordarán el domingo como uno de los días más molestos del año.  Los jubilados gruñían. Los jóvenes  puteaban. Los empresarios y los activos, con razón, no entendían por qué estaban allí. Mujica terminó como los jubilados.

Por la mañana el presidente concurrió al acto eleccionario. Como otros cientos uruguayos, se basó en el plan circuital para ir a las urnas. Error. Se llevó una sorpresa cuando le comunicaron que no podía votar por no estar registrado en el padrón. El desconcierto de Mujica corrió como un reguero de pólvora. Periodistas de varios medios fueron testigos. El canal 4 y 10 registraron el berrinche del  septuagenario. Este alimentó, y lo continuará haciendo, los principales informativos locales y regionales.

Hay cosas que sólo ocurren en este país. Pensar que se criticó al ex director de la DGI, Eduardo Zaindesztat, cuando dijo que Uruguay era un país bananero… Tan errado no estaba. Qué hacía el presidente allí. La imagen que quiere mostrar de tipo común tiene un límite y ese es cuando roza los mínimos protocolos exigidos al principal representante del Uruguay.

Varias imágenes dieron que hablar ese día. Causó lástima ver al presidente sólo, sentado en un banco, quietito, con la pintura de la Virgen de fondo.  Al estilo museo Madame Tussauds, la gente que pasó por allí aprovechó para sacarse una foto con él. Mujica compartía el desconcierto cuando preguntaba por qué no podía votar. Provocó indignación el trato a los funcionarios de la Corte Electoral cuando utilizó argumentos certeros pero descontextualizados y poco diplomáticos.

Supuestamente una de las tantas razones de los salarios elevados que tienen los mandatarios es debido al mantenimiento de secretarios o asesores. ¿Cómo se les puede escapar algo como esto? ¿Ningún secretario avisó al presidente de que no le correspondía votar? ¿Nadie lo vio salir tampoco? La ida de Mujica a los comicios generó un montón de dudas.

Ojo. Una opción pudo ser que Mujica hubiese llamado a los 0800 de la Corte o que hubiera ingresado a la web del organismo. Si es por esta razón, se entiende el desconcierto: tanto las líneas telefónicas como la página web estuvieron fuera de servicio el fin de semana. El bochorno del presidente fue la imagen que representó el día. Casi el 50% de la gente que acudió a las urnas votó en blanco o mandó su decisión a Homero Simpson y Charlie Sheen, que consiguieron un amplio porcentaje de votos. Todo fue confusión.

miércoles, 23 de marzo de 2011

A un clic de distancia

Por: Juan Ignacio Tejedor
Sin despeinarse

Miércoles, medianoche. La televisión se apresta para no verla pero el sillón invita a quedarse mirándola. El programa va la tanda, hay que cambiar. Dejo caer mi brazo sobre el suelo y tanteo entre el millar de controles que tengo. El control remoto. Amigo fiel que existe para darte una mano, pero que cuando te abandona, te enojas con la vida.

Enfado. Hay situaciones que desencadenan ciertas reacciones. No encontrar el control para cambiar de canal, es una. Al ver que mi tacto no reconoce el formato del control que busco, hago el esfuerzo de mover mi cuello sobre la multitud de controles. Estaba el del equipo de audio, el del aire acondicionado, el propio de la TV, el del DVD, pero faltaba el preferido: el control remoto de la canalera digital.

Es difícil salir de una situación cuando la estás disfrutando. Inquietud. La búsqueda se inicia. Desde el mismo lugar, pregunto a las personas cercanas por el paradero del artefacto sabiendo sus respuestas ya que, por lógica simple, el último que lo había usado había sido yo.

Las grandes corporaciones, solidarias y pensando siempre en nosotros, han diseñado controles para que el sujeto viva de manera más cómoda. Con un clic cambio de emisora en la radio del auto y lo ingreso en el garaje, prendo el microondas, hago andar al lavaplatos, cambio de canal en la TV, prendo la música, me aburro de la tele y pongo play a una película del DVD. Ahora la canalera de televisión digital permite comprar, vender y pagar las cuentas en la parte interactiva. Vamos a quedar todos gordos. De la cocina al baño, del baño al living, del living a la cama y del living al living: cada vez nos movemos menos.

Me levanto. Se incremente mi ira. Pateo los otros controles esperando que así apareciese, por debajo de éstos, y como por arte de magia; el bendito control de la canalera. Al costado de la TV no está, encima del DVD tampoco. Retorno a mi lugar. El programa vuelve de la tanda. No está, alguien se lo llevó.

Miro el televisor unos segundos. No me puede ganar. Me levanto y repito mis pasos de búsqueda. Paso a centímetros de los controles que cambian, a la vieja usanza, los canales desde el propio decodificador. No pienso perder esta batalla. Un rápido repaso mental sobre mis últimos movimientos no tiene éxito.

El programa termina. Comienza una serie enlatada y repulsiva. El enfado está en su cenit. Mis brazos caen resignadamente. En ese momento dos de mis dedos llegan a tantear una figura conocida entre los almohadones del sillón. Sí, era él. Lo miro y de inmediato observo la tele. El primer botón que aprieto luego de la reconciliación es el rojo. Ya podré descansar tranquilo.

domingo, 20 de marzo de 2011

Culpa de nadie

Foto de ovaciondigital.com

En el Cerro hinchas del conjunto local atacaron a los jugadores de Peñarol. En el Prado, parciales de Danubio apedrearon el ómnibus y los autos que acompañaron a la delegación de Defensor Sporting. El saldo fue de varios heridos, más de una decena de presos y una nueva mancha en la historia reciente del fútbol uruguayo.

Durante esta semana, se escucharon versiones encontradas sobre quién es el culpable de los incidentes. Lamentablemente, ya no se discute sobre la falta de valores y de educación. Eso es una batalla perdida. Ahora, la culpa siempre recae en la Policía de Montevideo o en la Asociación Uruguaya de Fútbol.

Lejos de adjudicarse la responsabilidad de estos hechos, cada uno de los implicados reprocha la labor del otro. La AUF y el presidente de Defensor, Dante Prato, alegan que ellos estaban enterados de los posibles enfrentamientos entre la parcialidad danubiana y la de Defensor, y que esto fue notificado en tiempo y forma a las autoridades de la Policía de Montevideo. Por su parte, la Policía de Montevideo asegura que su labor fue correcta, que la situación estuvo controlada y que la responsabilidad fue compartida entre los hinchas y el máximo organismo del fútbol uruguayo.

Entonces, ¿de quién es la culpa? La AUF demostró, una vez más, falta de sentido común al fijar los partidos, entre dos tradicionales rivales, el mismo día, a la misma hora, y a menos de tres cuadras de distancia. Sin embargo, la Policía tiene la mayor responsabilidad porque no escuchó las advertencias provenientes tanto de los clubes implicados como de la AUF. Como si esto fuera poco, el nefasto despliegue de seguridad, llevado a cabo en el Tróccoli, fue televisado para todo el mundo.

Para redondear una actuación deplorable, hubo incoherencias entre lo que expresó el inspector Luis Mendoza (encargado de los operativos de seguridad) y lo que se vio por televisión. El jefe de policía, Walder Ferreira, quedó mal parado: ignoraba que la policía abrió fuego contra los hinchas de Cerro.

No hay nada positivo que rescatar de estos hechos. Solo la confirmación de que la Policía aún no sabe cómo enfrentar partidos de “alto riesgo”, que la AUF continúa teniendo errores gravísimos, y la más triste, que ya no se confía en reformar a los vándalos.