miércoles, 13 de abril de 2011

Gracias a la IM, no descansan en paz

Sin despeinarse

El domingo 10 de abril concurrí a un entierro en el Cementerio del Buceo. La empresa fúnebre que se encargó del sepelio fue Abate, por lo que el camino entre la casa velatoria y el cementerio fue corto.

Ingresamos por un lateral. Una radio mono sonaba, a todo volumen y con una cumbia vieja en la garita del cuidador. Los mausoleos o nichos convierten el lugar en aterrador. Supuestamente es el cementerio uruguayo más rico en arquitectura.

Dio asco cuando, a medida que avanzábamos, el hedor impregnaba nuestro olfato. Las moscas pegaban en mi cara a medida que me acercaba a los nichos. Los caminos que los cruzan son intransitables. El olor fuerte, desagradable y repulsivo hizo que no me pudiera concentrar en la ceremonia como hubiese querido.

La Intendencia de Montevideo no controla la higiene de los cementerios. Hace dos años acudí a este cementerio y el hedor era el mismo. Nada ha cambiado. Hay cada vez más cuerpos: cada vez más olor a muerte.



¿Cuán tranquila puede estar una familia oliendo la putrefacción de otros? Y los que no son familiares cercanos que tienen la mente, en ese momento, más ávida ¿cómo pueden soportar tal tufo?

Los caminos estrechos y la fila de edificios de cuatro pisos de nichos convierten aquello en catacumbas al aire libre. Flores marchitas y pequeñas moscas colman ese ambiente siniestro. Lo más deplorable es que las autoridades del cementerio no puedan decir basta ante la constante llegada de cadáveres.

Es hora de que los familiares puedan despedir más dignamente a sus familiares y que los muertos descansen en paz. ¿Hay algo que funcione bien dentro de la Intendencia? Sí, el acomodo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario