Ensayo de Juan Ignacio Tejedor
“El hombre sufre tan
terriblemente en el mundo que se ha visto obligado a inventar la risa”, así es
como introducía Friedrich Nietzsche al humor dentro de la vida cotidiana.
Recurrir a la broma es moneda frecuente hoy en los medios. El Stand Up es una
moda en el Uruguay. Jóvenes con mucha autoestima se suben a un escenario, sin
escenografía, para decir un monólogo que se puede extender entre cuarenta
minutos y una hora. Otra tendencia que se ha impuesto es la de los bloggers,
allí cada internauta expresa lo que quiere. Dicho medio sirvió de difusión a un
montón de escritores ocultos. Hoy, no podemos dejar de lado Twitter, el harén
no solo de los periodistas sino también de los que hacen chascarrillos (chistes
cortos) de manera permanente.
Uruguay ha sido un ejemplo en
materia humorística. En televisión: Decalegrón, Telecataplum e Hiperhumor. Eso
fue en la década de 1990. La chispa permaneció y se expandió hacia otros
ámbitos y nuevos medios. Leo Maslíah es un ejemplo que combina música con
humor. Pablo Aguirrezábal, Gonzalo Camarota, Ignacio Alcuri y Rafael Cotelo
conjugan, en el marco laboral, guion con actuación. Es común ver a estos
últimos cuatro en alguna obra de Stand Up. El tío Aldo (Pablo Fabregat) también
integra esta categoría, pero sus presentaciones son individuales. Martín
Otheguy (Reporte Descomunal), Diego Bello y Carlos Tanco hacen las bromas
teniendo como pilar el guion.
Martín Otegui y Darwin Desbocatti
(Carlos Tanco) tienen como referentes a varios de los anteriores mencionados. A
los nacionales se les suman potencias del humor como Groucho Marx, Larry David
y Jerry Seinfeld. En la región ambos distinguen a Peter Capusotto, pero su
carga moralizante los aburre. Coinciden que Fontanarrosa es una garantía de la
risa. Sin embargo, mientras Otegui idolatra a Alfredo Casero, Tanco no lo
entiende.
Uno empieza, el otro se consolida
Martín Otegui entra en la
categoría de bloguero. Invitado en Montevideo Portal, comenzó a escribir en este
medio a fines de 2010. Sus columnas las sube esporádicamente: pueden pasar 10 ó
15 días para que actualice su blog. Trabaja para Oz Media y fue uno de los
guionistas del programa que se emitió por Saeta, Prueba que me amas. El vínculo
estrecho con la televisión y el rol que ejerció en la productora se ven
reflejados en sus columnas: en “Derechos tenemos todos” se aprecia un debate
entre personajes bizarros de la televisión uruguaya sobre los derechos del
fútbol y el rol de Tenfield. En “Decilo Fabián, decilo” toma diferentes
protagonistas del medio local y hace que Fabián O´Neill responda si éstos son
homosexuales o no.
Carlos Tanco se destaca como
guionista. Trabajó cuatro años para la murga Agarrate Catalina, de la que resalta
el aprendizaje que obtuvo con Yamandú y Tabaré Cardozo. Fue el libretista de De
pie: monólogos de humor (Stand Up a cargo de Camarota, Alcuri, Cotelo y
Aguirrezábal). También pasó, sin destacarse, por la televisión en La Culpa es
Nuestra, donde tenía una columna de humor. Como Carlos Tanco no hay nada más
para recalcar, el resto es Darwin Desbocatti.
Desbocatti nació en agosto de
2000 y su mentor no sabe cuándo va a morir. Tanco define al personaje como
desdibujado, ya que no tiene límites. Es un hombre de 60 años que le gustan
cosas que no le corresponden para su edad: Pearl Jam y South Park.
Yo lo he desdibujado a propósito. La
ausencia de lógica interna alarga su vida. Darwin está pésimamente construido.
Cuando uno hace a un personaje hay cosas que éste no puede decir, que no puede
abordar porque tiene límites marcados por su lógica interna. Cuando vos
destrozás esto, el protagonista puede hacer cualquier cosa. No tiene forma ni
sentido.
Carlos Tanco
Anti-tercermundistas
Ambos son polémicos. Se meten con
la idiosincrasia uruguaya. En “Llamadas perdidas”, Otegui critica el contexto
en el cual se desarrollan Las Llamadas. El choque está en que es una fiesta
popular y “bien uruguaya”. Por esta razón, hay gente que piensa que no se puede
criticar, basta con ir a los comentarios de esta columna para observar esa apreciación.
Pero lo que se ve en el blog no siempre coincide con la realidad. Al autor le
encanta el Carnaval.
Nunca pienso qué puede ser
provocativo y qué no. Yo juego mucho con el ir y venir. Jamás me la juego por
una postura aunque vaya en contra de lo que piense. Me entretiene hacer eso. Si yo estoy
a favor del Carnaval, me divierte escribir una columna criticando a esta
fiesta. Reprocho lo que yo mismo pienso. Me gusta el juego de ver el efecto que tiene en la gente.
Martín Otegui
Las repercusiones no tardan en
llegar. Los comentarios aparecen a los minutos. Otegui señala que cuando desde
Montevideo Comm le preguntaron qué quería hacer, si dejar el blog abierto a
comentarios y moderarlos o cerrarlos, él optó por la primera. La razón fue que “dan
otro toque” a la columna.
Mientras Otegui especula con el
entorno carnavalero, Desbocatti va más allá y se mete con Artigas y la
emancipación oriental en 1811. En su columna de Búsqueda del 13 de octubre de
2011 señala que los festejos por el Bicentenario uruguayo son una farsa. La
razón que expone es simple: todos los países latinoamericanos lo estaban
festejando.
Además de lo pacato, está lo
políticamente correcto que es una especie de ente que lo vigila todo a ver que
hay detrás de tus chistes: "Ah… no
pero lo que estás haciendo con esos chistes es discriminar a los bolivianos, ya
que vos dijiste que los bolivianos no podían tener Iemanjá porque no tenían
mar. ¿Vos no sabes que ese pueblo sufrió mucho?”.
Carlos Tanco
Recursos: el humor entre la ironía y lo absurdo
“Es jugar a otro mundo que nos
divierte más”, así define Diego Capusotto el humor. La cuestión es cómo
incorporarse a ese “mundo”. A partir de allí cada humorista se identifica y
diferencia a través de diferentes recursos.
Otegui utiliza un lenguaje
sencillo. Sus temas no son perecederos pero parte de contenidos que están en la
agenda setting. De allí saca una punta que provoca que los temas no acaben con
el tiempo. En “K.O a los ídolos”, el
columnista toma un tema que está en los medios y en las redes sociales (la polémica
pelea entre Chris Namús y Loli Muñoz) para hablar sobre el hobbie que tienen
los uruguayos de estar, de manera permanente, atacando a sus ídolos por el
simple hecho de haber nacido en el país rioplatense.
El recurso más utilizado, por el
bloguero de Montevideo Comm, es el de las enumeraciones. Hace una lista de objetos o personas y remata
con algo que no tiene nada que ver con lo anterior. En “Decilo, Fabián, decilo”
se pueden apreciar varias de ellas: “… el Negro Chengue, el Negro Méndez, el
Negro Ojota, el Negro Rada, el Negro Ortuño y el Negroponte, pero era un
caballero, era”. Suele incorporar personajes bizarros argentinos (Guido y
Tomasito Süller en “Soy Celeste. Cid”), uruguayos e incluso mundiales (Susan
Boyle en “Twist and shout”): “El mate, la rambla, el asado. El campito, los
amigos, Obdulio, las vaquitas. El candombe, la murga, las túnicas blancas.
Benedetti, Milton Wynants, Abel Duarte”, en “Soy Celeste. Cid”.
Utiliza metáforas y sutilezas. En
“Derechos tenemos todos”, Luis Eduardo González les pide a los protagonistas
que hablen de a uno para “leerle los labios a todos”. González es sordo. Otegui
es un periodista de archivo que está al tanto de todo lo que dicen y hacen los
mediáticos uruguayos y los saca de contexto según su conveniencia. A este
último punto se le suma que juega con las características personales de cada
uno de ellos. En Decilo, Fabián, decilo incorpora al travesti uruguayo más
famoso: “¡Qué va a ser gay el Abigail, si es de los nuestro, e! (…) Alguna de
las noches le daba pereza y había que darle un poco de manija para que saliera
con nosotros”.
En todas sus columnas hay un
toque de ironía que, por momentos, llega al sarcasmo. En “Decilo, Fabián,
decilo” hace referencia a Carlos Aguilera y sus problemas con las adicciones:
“A veces el Pato Aguilera tomaba otra cosa, pero no me acuerdo qué”. Si bien no
lo logra en todas, tiene varias columnas donde alcanza lo absurdo. En “Delivery
stalinista” y “Derechos tenemos todos”, lo logra. En el primero, con una
política de recolección de datos personales llevada al extremo por parte de los
delíverys. En el segundo, en un debate ilógico entre personajes que jamás se
van a ver las caras en un discusión.
Carlos Tanco recurre a los temas
de actualidad. Mira televisión entre ocho y 11 horas. Nunca se pierde el
noticiero ya que muchas veces es de los informativos donde surgen los temas para
la columna siguiente. Trata de crear un personaje popular que hace mucho
hincapié en los temas cotidianos. Reconoce que la política le abre el juego
hacia lo inexpresivo y siempre la maneja porque es “de lo que más sabe”. Nunca
sale de las declaraciones que aparecen en las dos o tres noticias que están en
la tapa de los diarios.
Detrás de cada columna de Darwin
se puede ver algo de desgracia. Él cita a Woody Allen en Delitos y faltas
(1969) cuando dice que “comedia es tragedia más tiempo”. El tiempo anestesia la
sensibilidad del momento.
Hoy hablar de las Torres Gemelas no
tiene nada que ver con hablar de las mismas a días de haber pasado. En ese
momento no se podían hacer chistes sobre el atentado, ahora realizamos
cualquier broma sobre ellas. Es porque pasó un tiempo que los separó, a veces
ese alejamiento es en distancia. Yo puedo hacer un chiste del Tsumani en Japón.
Pero no a los dos días del hecho porque está toda la sensibilidad a flor de
piel. Igual todo eso es falso, se genera a partir del bombardeo mediático.
Carlos Tanco
A pesar de definirse popular, el
columnista de Búsqueda suele utilizar un lenguaje más complejo que Otegui. Con
más adjetivos y un léxico que demanda cierto conocimiento mínimo de cultura
general: habla de política internacional y regional, historia, sindicatos y
jubilados. A pesar de abarcar muchos temas de agenda, tiene excepciones (cuando
habla del Twitter en la columna del 16 setiembre de 2010, de la aspiradora el 8
de setiembre de 2011, del fútbol 5 el 24 de junio de 2010 y la de las gotitas
para los ojos el 10 de junio de 2011). En dichas columnas recurre a elementos
masivos.
Tanco admite que no ejerce la profesión con
su nombre. Ahora, él es Darwin Desbocatti. Lo utiliza más que como una firma,
como una marca. Escribió un exitoso libro “Yo, Darwin” ironizando con el título
“Yo, Paco”, de Mario Bardanca, que trata sobre toda la mafia del fútbol
uruguayo. Pero en dicha obra jamás se menciona a Carlos Tanco.
Hay un montón de temas y chistes que
yo hago desde el personaje que pueden resultar tolerables y graciosos. Los
llego a hacer como Carlos Tanco y me degüellan. Darwin funciona como escudo.
Diluye lo espeso que pueden resultar muchas expresiones y chistes. No es lo
mismo que lo haga un tipo cualquiera a que lo haga un personaje. Es una trampa. Me permite ir a un
lugar que como Tanco no podría. Yo no puedo gritar: "¡Castillo
renunciá!", porque soy un desubicado si lo hago. Pero Darwin sí puede
manifestarlo. Igual hay gente que se molesta mucho, toda la gente de Tenfield
me odia y me detesta. No me fastidia.
Carlos Tanco
El mismo Desbocatti aclara, todo
el tiempo, que sus columnas forman parte de un chiste. En la radio quien se
encarga de hacer esta labor es el conductor de No toquen nada, Joel Rosenberg.
Darwin se basa mucho en los
estereotipos. A esto se le suma el uso de la generalización. La columna que
toca el tema de la baja de la edad de imputabilidad y las declaraciones de los
representantes políticos, Haciendo boca del 1 de setiembre de 2011, es un fiel
ejemplo de esto: “… ha dejado en evidencia el nivel intelectual que tenemos los
uruguayos, mucho más que los exámenes PISA y todos esos inventos del Imperio
para decirnos que somos unos burros (cosa que es cierta pero no precisamos que
nos la cuente nadie)”. En esta última cita se observa el uso del paréntesis
para sacar una conclusión (irónica) sobre lo anterior mencionado. Es un recurso
que utilizan tanto Otegui como Tanco.
Hay más absurdo en Haciendo Boca
que en las columnas de Super Show Room. Desbocatti implanta situaciones y
personajes que solo tienen sentido en su universo. Utiliza la ironía y el
sarcasmo como herramientas complementarias pero nunca llegan a resultar
cansadoras. Es así como puede crear un mundo donde su mujer es responsable de
romper la aspiradora (Haciendo boca, 8
de setiembre de 2011), un Mundial es la causa de sacar lo peor de los seres
humanos (Haciendo boca, 24 de junio de 2010), la inutilidad de los secuestros
express en el Uruguay (Haciendo Boca, 3 de noviembre de 2011) o la conspiración
de los semáforos uruguayos (Haciendo Boca, 9 de setiembre de 2011).
Trato de ir hacia lo absurdo porque
es lo que más me gusta pero es difícil. La ironía y el sarcasmo es lo más fácil
de todo. No necesitás decir nada, tenés una declaración y dejás un silencio y
eso alcanza. El absurdo es un huevo. Corrés el riesgo que no sea nada gracioso.
La ironía es decir "qué lúcido está Arana, uno lo ve...", es fácil
pero a veces no es efectivo.
Carlos Tanco
Estructura: los arquitectos del humor
Ambos humoristas relacionan la
estructura de sus columnas con la arquitectura. Otegui comienza por plantear el
tema en el primer párrafo. Lo desmenuza en los siguientes. En el final le
termina por dar el golpe de nocaut con un chiste o remate gracioso (como el
chascarrillo de Nacho Cliche en “Decilo, Fabián, Decilo”).
La ventaja que tiene Otegui sobre Tanco es
que puede jugar con la estructura y el título. “De Mascherano y De Menotti” y “Razones
para creer (o reventar)” son dos claros ejemplos del último punto. Las columnas
de Búsqueda se tienen que restringir a llenar un espacio preestablecido y no
tienen título salvo el de la propia columna: Haciendo Boca.
Hay mucho de arquitectura en la
columna. Me encanta tirar y tirar porque llega un momento que tenés que ordenar
y ver dónde podés poner cada cosa.
Martín Otegui
En las columnas de Darwin muchas
veces se observan temas que ya trató en la radio. Él explica que le cuesta
mucho disociar los contenidos. Super Show Room garantiza más risas que Haciendo
boca dado que la primera utiliza más chascarrillos mientras que la segunda se
sujeta a un mundo absurdo.
Tanco indica que le resulta muy
difícil hacer humor en el papel. La noticia la suele tocar en el primer
párrafo. En el medio, o a comienzo del segundo, aparecen sus teorías y juego.
El método que utiliza es basar la columna en dos o tres “intenciones
humorísticas”. En la que se trata sobre la baja de la edad de imputabilidad,
toma tres declaraciones específicas de los involucrados y las desarma en orden
cronológico. Primero Pedro que hizo salir a Tabaré, este dice algo peor que el
primero y aparece Díaz que enchastra más la cancha con lo que declara. En este
caso son los testimonios quienes arman la estructura.
También tiene columnas no
perecederas como la de la aspiradora (Haciendo boca, 8 de setiembre de 2011).
El columnista de Búsqueda suele tomar objetos que son accesibles a cualquier
ciudadano. Se basa en dos o tres vigas. Una es el hecho en sí y después dos o
tres supersticiones relacionadas con la aspiradora.
El humor sobre las cosas cotidianas
tiene que ver con que el lector se identifique con un hecho o con el
desguazamiento de las supersticiones típicas que tenemos. Todo el tiempo hay
gente que la acusamos de romper cosas. De inmediato, buscamos al culpable. Ahí
lo que hago es afincarme en dos o tres lugares comunes y trato de desarmarlo de
tal forma que queden expuestos en su esqueleto y ver cómo es que razonamos a
partir de un evento pelotudo.
Carlos Tanco
El humor y sus límites
Los límites se los imponen ellos.
Después tienen que atenerse a sus superiores. En el caso de Martín no se
observan columnas de política o religión. Dice que no le interesa porque no le
encuentra la gracia. Tampoco recurre a
temas como la pobreza extrema o el hambre porque tiene un “código personal”,
pero admite que, de vez en cuando, algún chiste de bolivianos se le escapa. Un
límite impuesto desde el corporativismo de las empresas son los auspiciantes.
Otegui realizó una columna entera sobre el aviso de Schneck (cliente de
Montevideo Comm) y su falta de originalidad a la hora de recurrir a lugares y
cosas comunes.
Cuando le mandé la columna a la
editora le puse en broma: “Espero que no tengas el aviso de Schneck en el
portal”. Al otro día me levanto y veo en el home el banner gigante de esta
marca. Le pregunté qué iba a hacer. Ella respondió que en el portal hay
libertad de expresión. Lo subió y no tuve ningún problema.
Martín Otegui
Tanco reconoce que en el humor
siempre se tocan las puertas del mal gusto dado que el público se ríe de la
desgracia ajena. Él se maneja bajo la ecuación costo-beneficio. Si la misma no
cierra, se autocensura. Sabe que “le saltarán a la yugular” si hace un chiste
con la Teletón. Por esta razón, prefiere “hacérselos a su novia sentados en el
sofá”. En sus columnas hay mucho de provocación: a las instituciones (Haciendo
boca, 3 de noviembre de 2011), a los sindicatos (Haciendo boca, 9 de setiembre
de 2010), políticos (Haciendo boca, 1 de setiembre de 2011) y a su mujer
(Haciendo boca, 8 de setiembre de 2011). El escritor admite que a veces provoca
por el simple hecho de hacerlo. Sostiene que hay que reírse del chiste más allá
de lo que uno piense. Le parece ridículo discrepar con una broma por tener una
idea diferente.
En Búsqueda me dan absoluta libertad.
Se han comido todo tipo de cartas al director. Un día dije que la Iglesia
debería hacer una campaña de socios regalando televisores led a cada fiel.
Paolillo (editor de Búsqueda) me llama a la semana de publicada y me dice:
"Bo, ¿querés que te lea dos de las doce cartas al director que llegaron
por esa columna? Me las leyó. Se cagó de risa. Yo también.
Carlos Tanco
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