martes, 20 de diciembre de 2011

Ya se hacen escuchar

Por Juan Ignacio Tejedor


La fiesta
Día Nacional del Candombe





Chico, Repique y Piano. Manos con parches. Banderas que alcanzan los primeros pisos de los edificios. Mujeres semidesnudas moviendo, sin parar, sus suntuosas caderas. Viejas que no paran de esbozar sonrisas. Un brujo con gramilla parece poseído por espíritus mientras un sujeto fija su mirada sobre una  escoba haciendo equilibrio, tratando que no se le caiga. Entretanto, las jóvenes bailarinas no paran de seducir a partir de su baile. El porta estandarte parece el más sumiso al llevar las estrellas o media lunas.

El termino candombe deriva del término ka-ndombe –de la lengua kimbundo-. Significa danza con tambores o danza de negros. 

El candombe nació en la época colonial del siglo XVIII con los negros esclavos, traídos al Río de la Plata. Originalmente fue una imitación a la coronación de los reyes congos: los emulaban a través de la danza y vestimenta. Los negros esclavos comenzaron a juntarse, por detrás de sus “amos”, y recrearon sus sociedades de orígenes con danzas ancestrales. Posteriormente, encontraron un espacio dentro de la legalidad. Se aprobó las “Naciones”: asociaciones que prestaban socorros y ayuda. Estas sirvieron para mantener vivas las costumbres y creencias de aquellos negros desamparados pero fuertes. Montevideo fue la ciudad donde tuvo más repercusión dado que fue un puerto de tráfico de esclavos muy importante para la época.

Barrio Sur y Palermo fueron los barrios que cobijaron al candombe. El mestizaje comenzó desde ese siglo y la sangre candombera se transmitió al blanco. Los conventillos del Medio Mundo y Ansina – lugar donde se alojaron los inmigrantes - sirvieron de universidades para el nuevo género. Los conventillos fueron el corazón y sus calles las arterias hacia donde se esparció, por todo Montevideo, el sentimiento a las lonjas.

A manera de representación de los personajes típicos del candombe, surge posteriormente la comparsa. Un lugar donde se podía observar a la Mama Vieja, el gramillero, el escobero y un cuerpo de baile que se movía al ritmo de la cuerda de tambores.

Los blancos comenzaron a vestirse de negros –lubolos-. En el Carnaval no existe el racismo. Los negros son negros y los blancos se engalanan de negros. El candombe va más allá de una festividad estructural y anual. Es algo que está en la esencia de los individuos y se celebra día a día.

En el 2006, el Parlamento uruguayo –a partir de Edgardo Ortuño, único representante negro de la legislatura- decretó el 3 de diciembre como "Día Nacional del Candombe, la Cultura Afrouruguaya y la Equidad Racial”. Esa misma jornada pero de 1978 sonaron por última vez los tambores en el Conventillo Medio Mundo. La dictadura militar ordenó el desalojo del sitio para una posterior demolición. Lo mismo sucedería en el Conventillo Ansina un mes después. Desde el 2006 a la fecha se celebra cada 3 de diciembre una llamada por Barrio Sur y Palermo.

Una joven empieza a mover sus caderas. A qué se debe, no está en el cuerpo de baile. El candombe trasciende los conjuntos y llega a miles de uruguayos. El público juega un papel importante en las comparsas ya que es a ellos a quienes apuntan: a hacerles sentir el ritmo que emana desde las lonjas.


Desde dentro
La Figari, candombe sin fin



















En febrero de 2004, Rubén Olariaga –más conocido como Rubito- decidió marcharse de La Gozadera y fundar, con amigos, una nueva comparsa llamada La Figari. El barrio Malvín acunó a un grupo de personas que intentaban renovar el Carnaval sin irse de las raíces añejas de la vieja fiesta afro.

63 tambores se hicieron presentes en la primera convocatoria del grupo.  La gran predisposición que tuvo el llamado sería un vaticino de la buena recepción que logró la comparsa. El nombre se eligió de manera democrática. El azar jugó un papel fundamental a la hora de seleccionar los colores: Rubito los escogió tras un enfrentamiento de basketball entre Paysandú y Salto, le gustó la combinación entre el anaranjado y azul, y a estos le sumó el verde. Por aquel entonces el objetivo era uno, desfilar por las calles de Barrio Sur y Palermo en Las Llamadas.

Con su nombre, La Figari homenajea al pintor uruguayo Pedro Figari. Artista que supo retratar en varias oportunidades la realidad del candombe en el país rioplatense.  La calle Legrand fue la testigo quien supo escuchar los primeros repiquteos de los tambores.

Hoy La Figari cuenta con 87 integrantes, solo en su cuerda de tambores. 60 van ensayo a ensayo. Martín de Ávila es el jefe de cuerda desde el 2009. Rubito lo llamó tras quedarse sin el encargado de los tambores ese mismo año. El objetivo era mejorar el desempeño de las lonjas y equipararlo con la gran labor del cuerpo de baile – ganadora de múltiples premios desde la creación de la comparsa-.

De Ávila presentó un proyecto de tres años con base en la renovación de la cuerda. La idea se entendió desde el principio. El primer año salieron sextos, a pesar de no contar con su presencia en el día de Las Llamadas ya que se había roto los ligamentos cuatro días antes. En el 2010 salieron séptimos a dos puntos de Sarabanda. Ese mismo año La Figari obtuvo el mejor premio a cuerpo de baile.

Ser jefe de cuerdas no es una tarea sencilla. Aparte de estar a cargo de más de medio centenar de personas, le dedica dos horas extra, los lunes y martes, a los talleres. Descansa un par de semanas luego de Las Llamadas. El resto del año se transforma en trabajo.

Divide su tiempo entre La Figari, General Motors –es empleado en dicha compañía- y su familia. Lunes y martes trabaja hasta las 19. Los jueves salen con la comparsa a la calle a las ocho de la noche. Están dos horas o más. Los domingos repite la rutina, pero a la mañana. En su tiempo libre sale a observar otros conjuntos, practica y busca nuevos ritmos que vayan en sintonía con lo que él propone.

Pero no todo brilla en el Carnaval. De Ávila reconoce que lo que más le cuesta es decidir quién de la cuerda sale en Las Llamadas y quien no. Los experimentados, preparados y aquellos que concurrieron en mayores ocasiones a los ensayos tienen un puesto asegurado. El resto la tiene que “luchar”. La identidad es algo muy importante en cada comparsa. El jefe de cuerda de La Figari reconoce que se está perdiendo la esencia del Carnaval. La razón es la poca importancia que le dan los grupos al gramillero y escobero.

En los ensayos se puede transmitir la unidad que hay en el grupo. En la mitad de la salida, De Ávila detiene el toque. Corrige algunos tambores. Se acerca al coreógrafo y hablan algunos minutos. Acto seguido, las bailarinas se empiezan a mover al compás de los tamboriles. El jefe de cuerda procura la integración del grupo en su conjunto: “el objetivo es que haya una sincronización desde la bandera, pasando por el escobero, el gramillero, el cuerpo de baile hasta llegar al último tambor”.

El encargado de las lonjas de La Figari gusta del toque Ansina pero en la cuerda lo introduce como una mezcla. En Malvín no hay un estilo propio. Elumbé, La Gozadera y La Figari tienen toques diferentes.  El tamborilero de La Figari reconoce que no hay un Piano que suene que identifique al barrio y eso es algo que se debería subsanar “hablando con cada uno de los grupos”.

Las Llamadas se aproximan y no escatiman tiempo en otra cosa que no sea ensayar y corregir errores. Las alegrías, tristezas, enfermedades, los momentos buenos y malos quedan de lado cuando golpean- sin temor a romperse las manos- el Chico, Repique y Piano.




Candombe para Figari 

Querido amigo Figari, pintor de la tierra mía
Usted nunca imaginó que un candombe le daría
De tanto mirar sus cuadros aquí y en tierras vecinas
Me dí cuenta que pintó música como la mía 

Querido amigo Figari pintor de la tierra mía 

Don Figari compañero de la vida
Luchador de la hermosura por toda la tierra mía
Don Figari compañero de la vida
Hay que ver con qué dulzura pintó usted la raza mía 

Rompen las lonjas, rompen, parche y madera, madera
Dale a las lonjas moreno
Que resuenen los candombes por Figari una vez más 

Ay, querido amigo Figari, pintor de la tierra mía
Hoy me embarga la emoción y se aumenta la poesía
La música y la pintura andan por la misma vía
Usted pinta la emoción, yo versos con harmonía 

Querido amigo Figari pintor de la tierra mía. 

Compuesto por Ruben Rada

Agradecimientos:
Martín de Ávila
Fernando Machado
Comparsa La Figari
Guzmán Ramos
Rubén Olariaga
Rafael Grande
Daniel Rossano
Diego Ginard
Daniel Burgui

Fuentes y por más información:
El toque de candombe
Día Internacional del Candombe
Portal Candombe, informe de Oscar Montaño

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