La fiesta
Día Nacional del Candombe
Chico, Repique y Piano. Manos con
parches. Banderas que alcanzan los primeros pisos de los edificios. Mujeres
semidesnudas moviendo, sin parar, sus suntuosas caderas. Viejas que no paran de
esbozar sonrisas. Un brujo con gramilla parece poseído por espíritus mientras
un sujeto fija su mirada sobre una escoba haciendo equilibrio, tratando que no se le caiga. Entretanto, las jóvenes bailarinas no paran de seducir a partir de su
baile. El porta estandarte parece el más sumiso al llevar las estrellas o media
lunas.
El termino candombe deriva del
término ka-ndombe –de la lengua kimbundo-. Significa danza con tambores o danza
de negros.
El candombe nació en la época
colonial del siglo XVIII con los negros esclavos, traídos al Río de la Plata.
Originalmente fue una imitación a la coronación de los reyes congos: los emulaban a
través de la danza y vestimenta. Los negros esclavos comenzaron a juntarse, por
detrás de sus “amos”, y recrearon sus sociedades de orígenes con danzas
ancestrales. Posteriormente, encontraron un espacio dentro de la legalidad. Se
aprobó las “Naciones”: asociaciones que prestaban socorros y ayuda. Estas
sirvieron para mantener vivas las costumbres y creencias de aquellos negros
desamparados pero fuertes. Montevideo fue la ciudad donde tuvo más repercusión
dado que fue un puerto de tráfico de esclavos muy importante para la época.
Barrio Sur y Palermo fueron los
barrios que cobijaron al candombe. El mestizaje comenzó desde ese siglo y la
sangre candombera se transmitió al blanco. Los conventillos del Medio Mundo y
Ansina – lugar donde se alojaron los inmigrantes - sirvieron de universidades
para el nuevo género. Los conventillos fueron el corazón y sus calles las arterias
hacia donde se esparció, por todo Montevideo, el sentimiento a las lonjas.
A manera de representación de los
personajes típicos del candombe, surge posteriormente la comparsa. Un lugar
donde se podía observar a la Mama Vieja, el gramillero, el escobero y un cuerpo
de baile que se movía al ritmo de la cuerda de tambores.
Los blancos comenzaron a vestirse
de negros –lubolos-. En el Carnaval no existe el racismo. Los negros son negros
y los blancos se engalanan de negros. El candombe va más allá de una festividad
estructural y anual. Es algo que está en la esencia de los individuos y se celebra día a día.
En el 2006, el Parlamento
uruguayo –a partir de Edgardo Ortuño, único representante negro de la
legislatura- decretó el 3 de diciembre como "Día Nacional del Candombe, la Cultura
Afrouruguaya y la Equidad Racial”. Esa misma jornada pero de 1978 sonaron por
última vez los tambores en el Conventillo Medio Mundo. La dictadura militar
ordenó el desalojo del sitio para una posterior demolición. Lo mismo sucedería
en el Conventillo Ansina un mes después. Desde el 2006 a la fecha se celebra
cada 3 de diciembre una llamada por Barrio Sur y Palermo.
Una joven empieza a mover sus
caderas. A qué se debe, no está en el cuerpo de baile. El candombe trasciende
los conjuntos y llega a miles de uruguayos. El público juega un papel
importante en las comparsas ya que es a ellos a quienes apuntan: a hacerles
sentir el ritmo que emana desde las lonjas.
Desde dentro
La Figari, candombe sin fin
En febrero de 2004, Rubén Olariaga –más conocido como Rubito- decidió marcharse de La Gozadera y fundar, con amigos, una nueva comparsa llamada La Figari. El barrio Malvín acunó a un grupo de personas que intentaban renovar el Carnaval sin irse de las raíces añejas de la vieja fiesta afro.
63 tambores se hicieron presentes
en la primera convocatoria del grupo. La
gran predisposición que tuvo el llamado sería un vaticino de la buena recepción
que logró la comparsa. El nombre se eligió de manera democrática. El azar jugó
un papel fundamental a la hora de seleccionar los colores: Rubito los escogió tras
un enfrentamiento de basketball entre Paysandú y Salto, le gustó la combinación
entre el anaranjado y azul, y a estos le sumó el verde. Por aquel entonces el
objetivo era uno, desfilar por las calles de Barrio Sur y Palermo en Las
Llamadas.
Con su nombre, La Figari
homenajea al pintor uruguayo Pedro Figari. Artista que supo retratar en varias
oportunidades la realidad del candombe en el país rioplatense. La calle Legrand fue la testigo quien supo
escuchar los primeros repiquteos de los tambores.
Hoy La Figari cuenta con 87
integrantes, solo en su cuerda de tambores. 60 van ensayo a ensayo. Martín de
Ávila es el jefe de cuerda desde el 2009. Rubito lo llamó tras quedarse sin el
encargado de los tambores ese mismo año. El objetivo era mejorar el desempeño
de las lonjas y equipararlo con la gran labor del cuerpo de baile – ganadora de
múltiples premios desde la creación de la comparsa-.
De Ávila presentó un proyecto de
tres años con base en la renovación de la cuerda. La idea se entendió desde el
principio. El primer año salieron sextos, a pesar de no contar con su presencia
en el día de Las Llamadas ya que se había roto los ligamentos cuatro días
antes. En el 2010 salieron séptimos a dos puntos de Sarabanda. Ese mismo año La
Figari obtuvo el mejor premio a cuerpo de baile.
Ser jefe de cuerdas no es una
tarea sencilla. Aparte de estar a cargo de más de medio centenar de personas, le
dedica dos horas extra, los lunes y martes, a los talleres. Descansa un par de
semanas luego de Las Llamadas. El resto del año se transforma en trabajo.
Divide su tiempo entre La Figari,
General Motors –es empleado en dicha compañía- y su familia. Lunes y martes
trabaja hasta las 19. Los jueves salen con la comparsa a la calle a las ocho de
la noche. Están dos horas o más. Los domingos repite la rutina, pero a la
mañana. En su tiempo libre sale a observar otros conjuntos, practica y busca
nuevos ritmos que vayan en sintonía con lo que él propone.
Pero no todo brilla en el Carnaval. De Ávila reconoce que lo que más le cuesta es decidir quién de
la cuerda sale en Las Llamadas y quien no. Los experimentados, preparados y
aquellos que concurrieron en mayores ocasiones a los ensayos tienen un puesto
asegurado. El resto la tiene que “luchar”. La identidad es algo muy importante
en cada comparsa. El jefe de cuerda de La Figari reconoce que se está perdiendo
la esencia del Carnaval. La razón es la poca importancia que le dan los grupos
al gramillero y escobero.
En los ensayos se puede
transmitir la unidad que hay en el grupo. En la mitad de la salida, De Ávila detiene
el toque. Corrige algunos tambores. Se acerca al coreógrafo y hablan algunos
minutos. Acto seguido, las bailarinas se empiezan a mover al compás de los
tamboriles. El jefe de cuerda procura la integración del grupo en su conjunto: “el objetivo es que
haya una sincronización desde la bandera, pasando por el escobero, el gramillero,
el cuerpo de baile hasta llegar al último tambor”.
El encargado de las lonjas de La Figari gusta del toque Ansina pero en la cuerda lo introduce como
una mezcla. En Malvín no hay un estilo propio. Elumbé, La
Gozadera y La Figari tienen toques diferentes. El tamborilero de La Figari reconoce que no
hay un Piano que suene que identifique al barrio y eso es algo que se debería
subsanar “hablando con cada uno de los grupos”.
Las Llamadas se aproximan y no escatiman tiempo en otra cosa
que no sea ensayar y corregir errores. Las alegrías, tristezas, enfermedades, los momentos buenos y malos quedan de lado cuando golpean- sin temor a
romperse las manos- el Chico, Repique y Piano.
Candombe para Figari
Querido amigo Figari, pintor de la tierra mía
Usted nunca imaginó que un candombe le daría
De tanto mirar sus cuadros aquí y en tierras vecinas
Me dí cuenta que pintó música como la mía
Querido amigo Figari pintor de la tierra mía
Don Figari compañero de la vida
Luchador de la hermosura por toda la tierra mía
Don Figari compañero de la vida
Hay que ver con qué dulzura pintó usted la raza mía
Rompen las lonjas, rompen, parche y madera, madera
Dale a las lonjas moreno
Que resuenen los candombes por Figari una vez más
Ay, querido amigo Figari, pintor de la tierra mía
Hoy me embarga la emoción y se aumenta la poesía
La música y la pintura andan por la misma vía
Usted pinta la emoción, yo versos con harmonía
Querido amigo Figari pintor de la tierra mía.
Compuesto por Ruben Rada
Agradecimientos:
Martín de Ávila
Fernando Machado
Comparsa La Figari
Guzmán Ramos
Rubén Olariaga
Rafael Grande
Daniel Rossano
Diego Ginard
Daniel Burgui
Fuentes y por más información:
El toque de candombe
Día Internacional del Candombe
Portal Candombe, informe de Oscar Montaño
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